Skip links

Recomendación de Margarita Girardi

¨Me movilizaron tanto que quise hacerme eco de su desafío- proponer obras de lectura indispensable para la formación de abogados y abogadas. “Matar a un ruiseñor” de Harper Lee fue mi primera elección.

 

Harper Lee nació en Monroeville, Alabama el 28 de abril de 1926 y murió en la misma localidad el 19 de febrero de 2016. Ella había vivido inmersa en una sociedad enferma de prejuicios y desigualdades y podía recrearla como nadie, de ahí que su novela marcara un hito como retrato de una época y de una región de Estados Unidos- el sur profundo. Pero fue su personaje, el mítico abogado Atticus Finch, lo que me llevó a escoger esta obra, que es considerada un clásico de la literatura americana.

 

Desde su publicación en 1960, el libro fue un éxito absoluto. Harper Lee fue galardonada con el premio Pulitzer. Poco tiempo después, la novela se llevó al cine y Gregory Peck obtuvo el Oscar al mejor actor por su interpretación del abogado Finch. Jamás podría discutir los méritos de un artista de su talla, pero no puedo evitar pensar que ese personaje enorme le facilitó la tarea. El padre de Harper Lee era abogado. ¿Habrá sido su admiración por él lo que la llevó a construir un personaje tan logrado?

 

La historia es narrada por Scout, una niña de apenas ocho años, que ha perdido a su madre cuando era muy pequeña y que por tanto tiene a su padre, Atticus, como modelo a seguir. Por eso no entiende cuándo en el colegio y en el pequeño pueblo donde vive escucha comentarios negativos sobre él. ¿Por qué Atticus ha aceptado defender a un negro a quien se acusa de haber violado a una mujer blanca? Pero la niña confía en su papá y se lo pregunta directamente. “¿Por qué tienes que defenderlo?” Y Atticus contesta con llaneza, como lo hizo siempre: “Porque si no le defendiese, no podría caminar por la ciudad con la cabeza alta. No podría representar al condado en la Asamblea Legislativa, ni siquiera podría ordenaros a ti o tu hermano que hicieras esto o aquello. Por la misma índole de su trabajo, cada abogado topa durante su vida con un caso que le afecta personalmente y presiento que éste es el mío”.

 

Este abogado desafía todas las creencias de su pueblo natal, donde la segregación racial y la división en castas siguen siendo moneda corriente. Al hacerlo, se convierte en arquetipo de integridad no solo para sus hijos si no para todas las generaciones que pudieron conocerlo en las páginas de la novela. Quien la lea, no permanecerá indiferente. Seguramente se sentirá inspirado por el valor de Atticus Finch, quien se enfrentó con sus propios vecinos. Resulta más fácil oponerse a personas anónimas que piensan distinto, pero cuando estas personas tienen un rostro, un nombre y apellido y viven en nuestra cuadra, todo cambia. El simple hecho de salir a la calle y saludar a quienes nos dan vuelta la cara se convierte en un reto. Nuestros amigos de siempre nos ven como sus enemigos, consideran nuestro accionar como una inaudita afrenta a sus valores.

 

Atticus desoye a todos y hace lo que su conciencia le dicta, convirtiéndose en un verdadero héroe en blanco y negro. Un héroe que lleva su profesión a lo más alto, sin importar el resultado de este proceso en particular. Lo que está en juego va mucho más allá. Pero aquí me detengo. No me gustaría spoilear el final. Si quieren saber cuál fue el veredicto, habrán de leerlo y yo habré cumplido mi objetivo.”

 

Margarita Girardi