Recordamos cuando hace unos años conocimos a los increíbles “Guerreros de Terracota” en la ciudad de Xian, en China. Fue una experiencia muy fuerte e inolvidable. Un ejército de más de 8.000 guerreros de barro, de aproximadamente 1,75 metros cada uno. No hay un rostro, ni expresión, igual a la otra. Cada soldado con su peinado, su vestimenta, su armadura. Se ven como en movimiento.
El propósito de su creación fue la necesidad de garantizar la seguridad y el bienestar del emperador Qin Shi Huang, después de su muerte. Se partía de la creencia de que la vida continúa y que al más allá había que llevarse todo lo que necesitabas. Era una costumbre ya instalada en China antes de la llegada del emperador. Las personas nobles se enterraban, con sus caballos, sus sirvientes vivos, su comida, sus instrumentos musicales. El emperador Qin lo hace a gran escala. Realiza un colosal monumento funerario. Lleva a todo su ejército con él. Por suerte, decidió hacerlo a escala humana, pero de barro.
Las creencias son poderosas. Nos generan un sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Están por todos lados, en nuestra formación, en las opiniones de otros, y se construyen a partir de ideas que vamos confirmando con nuestras experiencias personales. A veces pasan desapercibidas. No las detectamos como creencias porque se filtran en formato de chiste o creencia popular, y se incorporan como si fueran compartidas por la mayoría. Lo más llamativo es cómo nuestra mente suele descartar -o no registrar- aquellas experiencias que contradicen nuestras creencias.
Mariano Sigman en su libro El Poder de las Palabras nos da un ejemplo del poder de las creencias ¨Los inversores construyen la creencia de que una acción del mercado es un buen valor. Si la realidad contradice esa creencia, lo normal es que pierdan. Es el principio de falibilidad; apostaron mal, y perdieron. A veces, sin embargo, ese fracaso no se produce porque interviene el principio de reflexividad. La creencia que comparten todos esos inversores gobierna su comportamiento, barre con todo y los lleva a seguir invirtiendo ciegamente. La consecuencia es que la acción sube y se convierte, al menos por un tiempo, en una buena inversión”.
Como abogados tenemos un sistema de creencias que forma parte de nuestra identidad como comunidad. Nuestras creencias nos definen. Algunas, nos convierten en superhéroes y nos expanden. Otras, nos hacen sentir pequeños y nos limitan. De allí la importancia de conocerlas y tenerlas presente.
Las creencias comunitarias son una manera colectiva de observar el mundo. De ellas tomamos nuestras certezas y en ellas apoyamos nuestra forma de trabajar. En estos días nos propusimos registrar cuáles son las creencias que compartimos como comunidad de abogados y observar hacia dónde nos llevan. Nos preguntamos ¿qué datos de la experiencia estamos descartando por no cuestionar las creencias incorporadas? ¿cuáles son nuestras creencias limitantes, esas que nos hemos fijado como fronteras de lo que podemos, sabemos o se nos da bien hacer? Aunque parezca un deseo ingenuo, tal vez es momento oportuno para revisarlas y desarrollar ese superhéroe que todos soñamos ser.
Les dejamos nuestro video casero de la visita a ¨Los Guerreros de Terracota¨