“Esta semana tuvimos otra caminata histórica por la ciudad de Buenos Aires. Nos detuvimos varios minutos frente a una casa que está en el Pasaje San Lorenzo 342. La casa en la que vivieron Miguel de Azcuénaga y Rufina Basavilbaso. Parece que fue lugar de reuniones secretas y conspirativas que gestaron la Revolución de Mayo. Miguel y Rufina, Juan José Castelli y María Lynch, Mariano Moreno y Guadalupe Cuenca, Lucía Merlo y Vicente López y Planes participaban de estas reuniones de la Sociedad Patriótica. Los imaginamos entrando y saliendo de esa casa, temblando por miedo a ser descubiertos. Mujeres que no sólo aconsejaban a sus esposos y opinaban de política, sino que abrían sus casas a reuniones peligrosas. ¿Qué lindo sería poder tener una conversación con alguno o alguna de ellos para saber cómo pensaban y que sentían?
Ejemplos de nuestra historia, personas que enamoran, modelos a seguir. Nosotras vamos por la vida intentando encontrarlos. En el mundo del derecho, las vamos descubriendo. Disfrutamos de mostrarlas y compartir nuestras conversaciones en el podcast. Saber cómo piensan y sus experiencias, nos parece que es una de las mejores maneras de aprender y de descubrir ejemplos para imitar. Nos gusta llamarlas personas Faro.
Los maestros son los primeros faros de nuestra vida. ¿Se acuerdan de John Keating, el maestro de la película ¨La Sociedad de los Poetas Muertos¨? Inolvidable su ¨Carpe Diem¨ Acá les recordamos una de las mejores escenas.
Los ejemplos o modelos de vida nos ayudan a generar cambios. Cambios personales que pueden impactar en nuestras organizaciones y en la sociedad. La ciencia nos dice que para lograr cambios no basta con declarar valores o lo que nos hace bien, sino que es más efectivo mostrar a otros que han recorrido un camino parecido, de crisis, problemas o desafíos similares y cómo han logrado transitarlo.
El poder del ejemplo, es destacado hasta por Albert Einstein, a quien se le atribuye la frase: “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás. Es la única manera.”
Las personas Faro nos inspiran porque nos hacen ver nuevas posibilidades y avivan nuestras aspiraciones. Nos dan esperanza sobre nuestro potencial y nos empujan a seguir su ejemplo. ¡Contagian! ¿Cómo no buscarlas a nuestro alrededor? ¿Cómo no mostrarlas y multiplicar su alcance? Es la única manera, como diría moviendo su bigote, Albert.”