Hay textos que cuando caen en tus manos te provocan un cosquilleo en la panza. No puedes esperar a compartirlos y tampoco puedes creer que hayan llegado a ti en el momento exacto (a veces me pregunto si las casualidades existen). Eso es lo que me pasó cuando leí una carta que envía Juan Bautista Alberdi a un joven estudiante de Derecho sobre los estudios que le convendría cursar para formarse como abogado. No lo podía creer, era como poder viajar en el tiempo y tener la oportunidad de preguntarle a ese gran abogado y jurista, escritor, músico, y una de las mentes más influyentes en su tiempo, autor intelectual de la Constitución Argentina de 1853, qué estudiar o qué consejos le daría a alguien que se está formando. ¿No es increíble? ¡A Alberdi!
La carta, impecable y absolutamente vigente, la escribió en Valparaíso dos años antes de las famosas Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, esto es, hace 170 años. Escrita con maestría, una de las primeras cosas que sugiere Alberdi es adaptar los estudios a los objetos de mayor aplicación en la jurisprudencia. Los tiempos cambian, las necesidades de la sociedad también. Ni las aplicaciones ni las necesidades, dice, son las mismas que en los tiempos de nuestros padres. En otras palabras -y literalmente con otras palabras- nos invita a preguntarnos cuáles son las necesidades de la sociedad en nuestros tiempos, cómo podemos ser útiles, en qué queremos incidir y qué estudios, qué materias, qué optativas o qué otras disciplinas nos pueden acercar a ese camino. Por otra parte, sugiere estudiar matemáticas y otras ciencias exactas porque, dice, son el medio para educar nuestras cabezas en la práctica del método de la lógica y el orden. Y la actividad del abogado, señala, se reduce a razonar y a probar. En cuanto a las materias legales, y con esta idea termino, aconseja estudiar aquello que pueda arrojar luz sobre las leyes que nos gobiernan y sobre nosotros mismos. Conozcámonos a nosotros mismos, dice, pero no lo hagamos de cualquier forma, sino yendo a las fuentes, a los originales.
Por supuesto, todo lo dice mucho mejor que yo (obvio -daaa, dirían mis hijos-) y de forma mucho más linda (daaa). Como sea, espero que les queden reverberando algunas de las ideas y les den ganas de compartirlas con otros, yo no podía esperar.