El 10 de diciembre de 2031 fue reelecta la intendenta de Mercedes, Andrea Bendre, con el 62% de los votos. No asombró su victoria, pero sí lo abultado de su triunfo.
Es ciertamente un personaje. Abogada, cuyos padres enseñaban a programar a docentes y contadores. Audaz y soñadora, se animó desde niña a conectarse con los mails, el ICQ, las redes. Ése pudo ser el secreto de su éxito posterior.
Ganó la intendencia en el 2027 y supo redireccionar, como nadie, las recientes innovaciones en datos nacionales y provinciales. Esto merece unas líneas.
Ese mismo año, tomando el modelo de Estonia, pioneros provinciales y nacionales alcanzaron un acuerdo de país, durante décadas imposible: la integrabilidad de los datos estadísticos y de gestión de todos los organismos públicos del país.
Increíble. Por primera vez, los datos de salud, de acción social, de inversiones en rutas, escuelas y hospitales se integraron, se pudieron analizar en su conjunto y en detalle, con independencia de su origen.
Enorme paso cumplido. Pero faltaba algo más. Y fue Andrea, la novel intendenta, que lo expuso. Lo debatió, lo escaló nacionalmente y lo logró.
¿Cuál era el problema que ella veía? Los datos, agregados por provincias, no se reagrupaban por ciudades, barrios o manzanas. Ni se podían integrar, para una misma zona, grande o chica, los datos sociales, de empleo o de educación.
Andrea explicó y exigió la apertura de los datos para todos. Tan audaz como cuando era niña. No para ella, intendenta, sino como un derecho de los mercedinos. Cada uno debía, a su nivel, acceder a la información pública que le fuera relevante. Una verdadera revolución descentralizadora.
Finalmente lo logró. Se creó por ley un presupuesto nacional de accesibilidad universal, para transformar la información agregada en datos abiertos y georeferenciados. Se instaló una poderosa herramienta de IA, de acceso público, que individualiza y compara los datos, para cada micro zona
Ahora se pueden obtener los datos de pirámides de edad, ocupación, empresas o puestos de trabajo, obras municipales o nacionales hechas o por hacer, por manzana o por barrio. No era difícil. Hacía falta una visionaria que lo exigiera, con la certeza de que la tecnología lo permitía. Una abogada tecnóloga.
Andrea fue también la más exitosa usuaria del sistema. En su intendencia, analizó la situación de cada barrio, de cada manzana. Puede determinar micro decisiones de acción social analizando calle por calle, familia por familia, los porcentajes de deserción escolar, las enfermedades, las vacunaciones, los hechos de violencia, cada incidente que registra la municipalidad.
Relaciona inseguridad con iluminación, creación de trabajos con conectividad, recibe las peticiones de obra pública y las reagrupa racionalmente, con la mayor eficacia posible. Y es muy, muy transparente en todo lo que hace y dice.
Esa frescura de niña, de mostrarlo todo y dialogar con todos, le hicieron ganar como nunca antes. Impulsora de derechos, creativa con la tecnología, generadora de cambios reales. Hoy todos disfrutamos de lo que ella luchó desde Mercedes.
La “ingenuidad” de querer cambiar la vida, el conocimiento, la pasión por mejorar y la audacia, conquistan corazones y ganan elecciones.